La escatología en los murales de los conventos de Actopan y Santa María Xoxoteco.


La escatología en los murales de los conventos de Actopan y Santa María Xoxoteco.
El término Escatología en la teología cristiana se refiere a la etapa final de la vida humana que consiste en la muerte, el juicio final, el paraíso, si fue buen cristiano, y el infierno, si es que no cumplió con las enseñanzas católicas acerca del buen comportamiento y no llevó una vida piadosa, ese será su destino por toda la eternidad. Podemos ver que la escatología describe entonces lo que será del ser humano después de la vida terrenal.
Las disertaciones acerca de este tema en cuanto al culto católico señalan la importancia en la misión de adoctrinar y advertir al neófito acerca de los peligros de caer en manos del maligno, invitarlo a reflexionar acerca de su conducta, ofrecer el consuelo de la religión ante sus sufrimientos y hacer hincapié en el castigo que les espera a los que contravienen la voluntad de Dios. Estas ideas se difundieron mediante los sermones divulgados por los frailes de las diferentes órdenes asentadas en las tierras recién conquistadas en América ya que el mensaje de Cristo debía ser conocido en toda la tierra.
En los territorios mesoamericanos poco tiempo después de la conquista, hubo varias epidemias que atacaron a la población indígena al punto de casi aniquilarla, debido al estado de indefensión en el que se encontraban los naturales, que se enfrentaban a enfermedades desconocidas para ellos. Aparejado a esta situación hay que sumar el abuso del que fueron objeto por parte de los españoles con los trabajos forzados y el traslado de gran cantidad de indígenas a otros territorios, arrancándolos de sus lugares de origen.
Según el cronista franciscano Torquemada, en Monarquía Indiana, tan sólo durante el cocoliztli o peste de 1576 murieron dos millones de indios en la Nueva España. De manera que no sorprende que algunos de los evangelizadores consideraran que la mortandad causada por las “siete epidemias mayores” ocurridas durante ese siglo era posible presagio del cumplimiento de las profecías apocalípticas.[1]
Esta situación trae a colación lo que la autora Elena Estrada de Gerlero nos señala acerca de que el pecado, la enfermedad y la muerte, son resultado de la pérdida de la gracia y de la expulsión del paraíso de Adán y Eva, por lo que aparecen en los programas de pintura mural de los conventos alusiones al Juicio Final, a los pecados capitales y a la danza macabra, como ejemplo tenemos el convento agustino de Huatlatlauca Puebla (figura 1).[2]Los frailes intentaron hacer de los recién convertidos cristianos indígenas unos soldados de Dios para lograr su acceso a la Jerusalén celestial y preservarlos de la condena eterna.
Así con las ideas llegadas del viejo continente, los nuevos cristianos indígenas tenían que aceptar los dogmas de la fe católica y lidiar con que su alma iba a ser disputada por Dios y por el diablo, que se tenía que estar preparado espiritualmente para vencer las tentaciones y librarse de las penas que le esperaban tanto en el purgatorio como en el infierno, Las diferentes órdenes regulares que llegaron a los territorios recién conquistados venían con la directriz de la evangelización para apartar las almas de los aborígenes de los engaños del maligno. Esta cuestión fue una de las justificaciones para la apropiación de los españoles de gran parte del Nuevo Mundo. Una de las órdenes mendicantes que arribó a la Nueva España fue la de los frailes agustinos que se integraron a la avanzada evangelizadora estableciéndose en el territorio que los franciscanos y dominicos, que los habían antecedido en su llegada, no pudieron cristianizar:
Quedaban sin evangelizar algunos territorios al norte, al sur y al occidente de la ciudad de México (actuales estado de Hidalgo, Guerrero y Michoacán), y hacia allá se dirigen los agustinos. “Enormes zonas quedaban aún entre las regiones ocupadas por los anteriores misioneros. En estas zonas de nadie se deslizaron los agustinos. Esta es la razón de que su territorio siga un trazo caprichoso y a veces confuso, puesto que tuvo que modelarse sobre las lagunas que habían dejado franciscanos y dominicos.”[3]
Los conventos y las visitas juegan un papel muy importante en la labor evangelizadora de los frailes ya que constituían el centro de las actividades de la comunidad indígena. En cuanto a las actividades de los agustinos en la zona, El autor Arturo Vergara nos menciona el impacto en la sociedad indígena que tuvo esta orden regular.
Los agustinos trasformaron la vida económica y social de las comunidades indígenas al construir calles, plazas, acueductos, fuentes, escuelas, iglesias, conventos y hospitales; introdujeron nuevos cultivos (trigo, árboles frutales, flores y legumbres); impulsaron la cría de animales; realizaron obras de irrigación y enseñaron nuevas técnicas agrícolas a los indígenas. Controlaron las cajas de comunidad, creadas con el fin de sufragar los gastos generales del pueblo. Sin embargo, tanto ellos como las autoridades indígenas utilizaron muchas veces los recursos para sus propios fines y "a menudo hubo abusos por ambas partes". También intervenían en la vida política de los pueblos.[4]
Entre los murales conventuales de mayor importancia del siglo XVI están los que pertenecen al convento agustino de San Nicolás Tolentino de Actopan y los del templo de Santa María Xoxoteco, ambos situados en el Estado de Hidalgo.
El primero fue priorato desde su fundación en 1548, aun cuando la fábrica se inició en 1550; el segundo, de modestas proporciones, fue tan sólo visita de los Santos Reyes Meztitlán.[5]
Debido a su cercanía, la doctora Estrada nos señala que esa pudo ser la razón por la cual es explicable la similitud en las representaciones referentes a la escatología que se desarrolló en los murales de ambas construcciones. El templo de Santa María Xoxoteco era una visita que dependía del convento de Meztitlán y se localiza en la Sierra Alta del estado de Hidalgo. En sus coloridos murales nos muestra, entre otras escenas, los castigos que recibirán los pecadores para pagar sus culpas.
Preside toda la capilla el Juicio Final…aparece en la parte central superior, Cristo Juez, en la parte inferior de esta escena, del lado de la epístola la escena de la creación…Pero también aparece el lugar de los condenados, que será el infierno…que es el sitio adonde irán los pecadores, ahí en ese lugar habrá grandes tormentos, que son los representados en las paredes laterales.[6]
El infierno, el purgatorio y el juicio final están representados en el convento de Actopan y el templo de Xoxoteco, como es sabido, los frailes creyeron ver la presencia demoníaca en todos los rituales religiosos prehispánicos por lo que hicieron todo lo posible por extirpar estas creencias entre la población indígena. En Actopan la escena más importante por el sitio en el que se ubica y su dimensión en el programa iconográfico es el Juicio Final que aparece en el tímpano del muro este. (figura 2)
dadas las dimensiones de la capilla abierta de Actopan es posible que se trate de la representación conocida más grande del juicio final en toda la Nueva España. Como en la mayor parte de las escenas del muro cabecero, aquí se nota un esfuerzo del autor por ajustarse a las citas del texto bíblico, en particular al Apocalipsis. Cabe señalar también que la gran mayoría de los elementos escatológicos del cristianismo en el arte aparecen formando parte de representaciones del juicio final, ya sea en pintura o escultura.[7]
En Actopan y en Xoxoteco esta escena es la que presenta más elementos en su composición, pueden apreciarse más de sesenta figuras entre santos, demonios y humanos. Con el Juicio Final el catolicismo plantea el fin del mundo como lo conocemos, posteriormente vendrán la gloria o la condenación eterna, pero en estos murales no existe ninguna referencia a la gloria, y, según Arturo Vergara, se manejó un discurso de intimidación con estas pinturas:
…Sin embargo, en estas capillas la gloria brilla por su ausencia, ya que la totalidad de los muros laterales están dedicados tanto al infierno como a los pecados que conducen a él. Aquí es donde el programa iconográfico pierde en sentido didáctico y gana fuerza como medio de intimidación y control.
En esta pintura se presenta a Cristo juez, a su mano derecha se encuentran los justos y a su mano izquierda los impíos. Se muestran escenas de destrucción y muerte, y, según afirma la autora Elena Estrada de Gerlero, las escenas pueden ser tomadas del Antiguo Testamento, la caída de Babilonia o la destrucción de Sodoma y Gomorra, con la finalidad de aleccionar a los indígenas y que las compararan con la reciente caída de Tenochtitlan, que muchos tenían presente en la memoria.
Entonces, si esta escena combina los presagios de castigo y fin del mundo, trasladado al contexto local y visto bajo el sentido milenarista de la época, ¿no podría considerarse como una prefigura de la caída de Tenochtitlan?. Recordemos, además, que para fray Toribio de Benavente la séptima plaga consistió precisamente en la construcción de la ciudad de México sobre las ruinas de la antigua capital del imperio mexica.[8]
Con estas escenas apocalípticas se pretendía amedrentar y hacer que los naturales de estas tierras cayeran en la cuenta de lo efímera que es la vida, que enderezaran el camino para seguir las enseñanzas del culto católico y que vieran que el demonio los había engañado para que le rindieran pleitesía con los dioses que habían adorado en su gentilidad. Más bien podríamos hablar de un discurso contrarreformista que manejaban los agustinos, como las otras órdenes regulares, en contra de los argumentos sustentados por Martín Lutero que era contrario a la concepción del purgatorio, lugar al que se dirigen los pecadores que no habían cometido pecados mortales para “purificarse” con los padecimientos que habrían de sufrir en ese sitio y poder tener acceso a la gloria o cielo, suplicio que puede reducirse con las oraciones de los vivos por la salvación del alma de sus difuntos.  
Estrada de Gerlero también señala los elementos comunes que están presentes en estas obras y que aparecen en el grabado de la crónica de Nuremberg: torturas en el infierno, tumbas abiertas y un demonio verde. A la par de estos detalles, la autora afirma que todos los conventos agustinos comparten, aparte de los temas, un equipo de artistas trashumantes, tlacuilos, que producen un estilo con características regionales muy marcadas.[9]
Estas representaciones sobre el fin del ser humano no le dejaban al feligrés la menor esperanza de salvación si sucumbía a las tentaciones de la carne, como amenaza velada funcionan hasta el día de hoy. En Europa la cuestión escatológica, aparte de las Danzas Macabras y los Triunfos de la Muerte están presentes de forma usual en los muros de los cementerios.
En cuanto a las alusiones del mismo tema la Dra. Estrada nos dice que estas estuvieron fuertemente unidas a las representaciones teatrales referidas en los autos sacramentales y danzas. Las expresiones artísticas fueron un escaparate para mostrar el universo católico aprovechando el gusto de los indígenas por la música y la danza que sirvieron como herramientas eficaces en el adoctrinamiento de los indígenas durante el siglo XVI. Las pinturas murales se utilizaron como método didáctico cuando los frailes dominaban ya el idioma aborigen. Al tener esto en cuenta, será más fácil comprender el sentido profundamente didáctico de los murales de Actopan y Xoxoteco.[10]
Las pinturas de ambos edificios muestran elementos comunes que hacen pensar que se siguió un programa básico, la doctora Estrada propone que fue realizado por las mismas manos, pero en Xoxoteco notamos que faltan elementos que se presentan en Actopan, por ser de menor tamaño presenta las escenas en menores dimensiones, pero al igual que en Actopan, se combinan escenas del Génesis y del Apocalipsis para hacer hincapié en que, con la pérdida de la gracia, el hombre se hace un ser mortal que puede enfermarse, debe trabajar para ganar su sustento con el sudor de su frente y caer en tentación, por lo que debe ser juzgado y, si se le encuentra culpable, será enviado al infierno.
Es muy interesante encontrar en estas construcciones referencias a la cosmovisión medieval, ya que para su decoración se utilizaron grabados traídos de Europa. Existe un tipo de demonio publicado en el estudio de García Icazbalceta que tiene similitudes con los realizados en Actopan y con los grabados europeos antes mencionados, estas figuras, según la doctora Estrada, aparecen en otras pinturas murales y en el Códice Florentino.[11]
La Retórica Cristiana probablemente sirvió de modelo para la ejecución de las pinturas de Xoxoteco y Actopan puesto que varias de las torturas que aparecen en esta obra se encuentran representadas en estas edificaciones. Los tormentos que podemos observar en los murales están basados en los martirios de los santos, como el tormento de San Lorenzo, el de San Bartolomé, el de San Juan Bautista, etc. También presentan semejanzas con los ilustrados por Erhard Schoen (1534) y Lucas Cranach, el joven (1540), aparece también, un personaje femenino de tez bronceada, desnuda y parcialmente envuelta por una serpiente; esta mujer, alegoría de la lujuria y de la envidia en la iconografía medieval, aparece aquí hirviendo en un caldero. Esta figura fue representada en grabados  de Lucas Cranach y de Pencz.[12] (Figura 3)
Hay una escena, me parece que está en las dos edificaciones, en la que unos demonios están destazando a unos hombres en una mesa de carnicero, ¿Esta escena tiene que ver con la antropofagia que se practicaba en Mesoamérica? Al parecer no, ya que hay grabados medievales en donde vemos este tipo de ejecución entre los reos de muerte europeos, eviscerar, descuartizar era común en los ajusticiamientos en el viejo mundo. (Figuras 6 y 7)
Otra de las representaciones que me pareció interesante fue la del Leviatán, este monstruo que sirve de puerta de entrada al infierno, este monstruo bíblico abre sus fauces para engullir las almas de los condenados y llevarlos al lugar de torturas perenne, (figuras 8 y 9). Es muy curiosa la forma en que se representó el ojo del monstruo pues trae a la memoria los ojos de los seres acuáticos llamados cipactli en los códices mesoamericanos. (figura 10)
El análisis que lograron realizar la doctora Elena Estrada de Gerlero, Víctor Manuel Ballesteros y Arturo Vergara nos aportan una descripción precisa de las escenas bíblicas representadas en ambos sitios, las fotografías no pueden reproducir de forma fidedigna lo que deberíamos contemplar al visitar estos lugares.
La importancia de las pinturas consiste en que reflejan la realidad y el momento histórico en el cual fueron llevadas a cabo, podemos ver que entre las ofensas que se ilustran están las de la idolatría, el adulterio y la embriaguez.
La idolatría fue el principal enemigo a vencer puesto que los indígenas estaban reacios a tener contacto con los agustinos, que, como las otras órdenes, lucharon contra la religión antigua que estaba muy enraizada en los corazones y mentes de los naturales. Puede comprobarse este asunto consultando a Motolinia que hace una descripción acerca del caso de los niños mártires de Tlaxcala, por mencionar un ejemplo.
Hablando de extirpar los comportamientos de desobediencia al culto católico, también fue muy difícil acabar con el de la poligamia, hecho muy común entre los indígenas de estas tierras. En cuanto a la embriaguez Motolinía señala que caer en los excesos en la bebida trae como resultado todos sus vicios y pecados.[13]
La mayoría de las representaciones pictóricas realizadas en Actopan y Xoxoteco provienen de grabados traídos de Europa, entonces ¿Cómo podemos afirmar que fueron hechos por manos indígenas? En varias de ellas hay elementos representativos de la visión indígena, por ejemplo, el Arca de Noé es de un tipo más arcaico, las aguas se dibujaron en forma lineal con rasgos ondeantes y paralelos tal como se representaban en el arte flamenco.[14] En Actopan las escenas muestran en su hechura más conocimientos formales, en Xoxoteco la interpretación es menos hábil.
Podemos encontrar elementos indígenas en los dibujos y la manera de resolver las representaciones en Xoxoteco, una muestra de esto es la pintura de La Idolatría, en donde aparecen dos indígenas de perfil, a la usanza de los códices coloniales (figuras 4 y 5), la manera en que se representan los templos indígenas es otra muestra de las reminiscencias indígenas en el estilo pictórico. Era muy difícil que los indígenas se deshicieran de lo que habían aprendido en su formación artística y que dejaran de repente de creer en su religión, pero tuvieron que adaptarse a la nueva situación y aceptar el cambio que llegó con la caída de Tenochtitlan.
En un principio los frailes aceptaron ciertos elementos prehispánicos que no contravinieran las enseñanzas católicas. Al respecto nos dice Serge Gruzinski, refiriéndose a los códices, pero que podemos aplicar también a las pinturas murales.
Cierto es que, en un principio, trataron de distinguir la cimiente buena de la cizaña, tolerando aquellas obras que les parecían de naturaleza histórica, sin que, no obstante, se mostraran del todo ingenuos.[15]
En los años setenta del siglo XX las pinturas de Actopan y Xoxoteco fueron descubiertas bajo capas de cal, lo que hace pensar que se trató de cubrirlas en el afán de censurar su contenido, como en muchas otras obras realizadas en ese periodo, como sucedió con la imagen calendárica realizada en el bautisterio de Cuauhtinchan.
Como podemos observar, en las representaciones pictóricas de esos años, se muestra un enfoque diferente del campo pictórico y de las formas. No sólo es el glifo el que se transforma, sino también el marco el que cambia y sufre, al parecer, las alteraciones más decisivas.[16] La occidentalización de las imágenes de la figura humana, sobre todo, son los ejemplos en los que podemos observar la evolución y la separación que se dio paulatinamente en las obras de los artistas indígenas de la tradición prehispánica en su transición a los nuevos modos de representación europea.



[1] Elena Isabel Estrada de Gerlero, Muros,sargas y papeles. Imagen de los sagrado y lo profano en el arte novohispano del siglo XVI, México: UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, pp. 179-180.
[2] Elena Isabel Estrada de Gerlero, op. cit., p. 180.
[3] Arturo Vergara Hernández, El infierno en la pintura mural agustina del siglo XVI Actopan y Xoxoteco en el estado de Hidalgo, México: Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, p. 74

[4] Arturo Vergara Hernández , op.cit., p. 96.
[5] Elena Isabel Estrada de Gerlero, op.cit, p. 251
[6] Consuelo García Ponce, Los castigos del infierno cristiano en un mural novohispano, en Memorias. http://www.iifilologicas.unam.mx/pnovohispano/uploads/memoxviii/05_art_19.pdf.
[7] Arturo Vergara, op. cit, p. 149.
[8]Elena Isabel Estrada de Gerlero, op.cit, p. 262.
[9]Ibídem., p. 255.
[10] Ibídem, pp. 256-257.
[11] Ibídem, p. 264.
[12] Ibídem, p. 266.
[13] Ibidem. p. 271.
[14] Ibídem, p. 274
[15] Serge Gruzinski, La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México español. Siglos XVI-XVII, México: Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 23.
[16] Ibídem, p. 46.

Comentarios

  1. El artículo está muy interesante, pero no encontré las imágenes que se mencionan y hubiera sido maravilloso poder contrastar el texto con las figuras.

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    1. Si, lamentablemente no sé qué problema hubo con las imágenes, espero poder publicarlas para complementar así el artículo. Mil gracias!!!!

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    2. Si, lamentablemente no sé qué problema hubo con las imágenes, espero poder publicarlas para complementar así el artículo. Mil gracias!!!!

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